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Chris Damned se folla el apretado culito de Kai Masters sin condón y le mete un buen facial en la jeta | Young Perps

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Ser el segurata macizorro y más guapo de todos le daba sus ventajas y Chris Damned solía hacer acopio de ellas, como cuando esposaba a algún jovencito. Antes de registrarle le ponía mirando hacia la pared y aprovechaba el momento para quitárselas, que tenía las dos manos juntas tras la espalda, para acercarse y restregar sobre ellas su paquete. Que chicos como Kai Masters no las apartasen, significaba que iba por el buen camino.

Esos granujas eran unos cabrones y siempre se metían en las tiendas de lencería masculina del sex shop para llevarse algo bien guardado, así que Chris tenía que poner en práctica algunas técnicas poro ortodoxas pero necesarias en el cacheo para conseguir encontrar el objeto sustraído. Era parte de la rutina, pero se ponía cachondo cuando los chavales se impresionaban al sentir la mano de otro varón palpándoles el culo o amasándoles el paquete.

Si no encontraba nada y estaba seguro de que se había cometido robo, la cosa llegaba hasta límites insospechados, ayudando al chaval a desnudarse por completo y abrirle las nalgas con las manos para explorar el agujero de su ano. No sería el primero ni el último que se llevaba puesto un dildo dentro del ojete. Kai parecía ser inocente, pero ese culito estaba muy rico, el chavalote estaba apetecible a su edad, todavía sin pelos en los huevos pero con una buena huevera colgando entre las piernas que era digna de admirar.

Aparte a Chris no le gustaba no tener razón. Sacó un dildo rosa del cajón de objetos robados y le hizo prometer al chaval que o confesaba que había robado algo o le iba a meter todo eso por el mismísimo ojal. Llegado ese momento, Kai comprendió que dijera lo que dijese, se la iba a meter hasta la empuñadura por su apretado y virginal culito, que ese tio era un auténtico cabrón que lo único que quería era tener a alguien a quien acusar y con quien propasarse.

No entraba en los planes de Kai perder su virginidad a manos de un segurata y menos con una polla de goma en semejantes circunstancias. Cuando Chris sacó toda la rabia que llevaba dentro y recapacitó pensando en la inocencia del chaval, le pidió disculpas y le propuso, ya que le había desflorado con un dildo, si le apetecía recordar esa primera experiencia con una polla de verdad, la suya.

Sí, un cabronazo, un bestia, pero tenía que reconocer que ese segurata estaba cañón y que puede que en su vida se viera en una de esas, atrapado en una oficina de un tio con uniforme que le sacaba una decena de tacos, guapo, atractivo, musculoso, fuerte y con una pinta de empotrador que apetecía hacerle varios favores.

Kai aceptó sus disculpas y se metió entre sus piernas quedándose de rodillas, Chris se desabrochó la bragueta, se puso de pie mientras Kai le bajaba los pantalones por las pantorrillas y el chico se quedó embelesado mirando esa pollaza gruesa, larga y empitonada hacia arriba. Sabía cómo chupar un buen falo porque lo había visto con su amigo el Jhonny en los vídeos porno que se enviaban cada día, pero nunca lo había hecho de verdad.

Hasta ahora, lo único que le habían metido en la boca a posta era el cáliz de la primera comunión, apenas el roce de los dedos del cura. Esto era muy distinto, mucho más guarro y delirante, pero al fin y al cabo parecido. Abrió la boca, sacó la lengua y recibió la polla gorda dentro de su boca. Qué sabia era la naturaleza de un hombre, que a pesar de no haber mamado nunca una tranca, sabía cómo tenía que hacerlo.

Chris se sentó encima de la mesa y se puso cómodo quitándose toda la ropa. A medida que lo hacía, según iba mostrando su torso musculado, sus brazos fuertes, todo tatuado, a Kai le entraba más y más hambre de polla, dedicándose a masturbar esa enorme pija con la mano haciéndole una paja de tornillo y pegándole unos buenos bocados.

Casi sin darse cuenta, su propio rabio estaba empalmado y no paraba de rebotar hacia arriba y hacia abajo entre sus piernas, arrodillado. Kai también estaba muy bien dotado, aunque todavía no era consciente dadas las pocas pichas con las que había podido compararse en el mundo real. Tanto si se la miraba desde arriba al mear o pajearse como frente al espejo, hiciera lo que hiciera, la suya siempre le parecía más pequeña que las del resto de chicos de su edad.

Tardó un rato en darse cuenta de que probablemente se la estaba chupando al tio más guapo de la ciudad, entonces le puso más ganas si cabe y a punto estuvo de sacarle la leche. Menos mal que no lo hizo. Cuando Chris le hizo inclinarse sobre la mesa dispuesto a follárselo, obvió la larga polla que se gastaba el chaval, probablemente más larga que la suya, aunque no más gorda.

Abrió de nuevo sus cachetes ayudándose de los pulgares de la mano y miró al hueco infinito y profundo de su ano. Nunca podría explicar por qué le llamaban tan poderosamente la atención los culitos delgados y apretados. Se la enchufó y la fue metiendo poco a poco sin condón por su orificio. Kai se estremecía y gritaba con el diablillo del dolor susurrándole a un lado del hombro y el del gusto al otro. Las piernas le temblaban y se dejaba caer, pero Chris estaba al quite haciendo palanca con el mango dentro del culo subiéndoselo hacia arriba.

Su misión consistía en que cuando ese chaval saliera por la puerta de la guarida de seguridad, sintiera que la primera vez que perdió la virginidad había merecido la pena y que nada podría igualarlo. Chris se sentó en la silla y el chaval acudió solito a empalarse encima de su gordísima tranca y a saltar. Ahora ya no gritaba, sólo disfrutaba.

Aunque a Chris no le iban las mariconadas, entendía que el chaval se abrazase a él y juntara la cara con la suya como si estuvieran haciendo el amor. Al ver la morcilla del chavalín rebotando sobre sus abdominales sin control, podía haberle dicho que iba a tener mucho éxito con los tios con esa pedazo de verga, pero se lo calló para que no se le subiera a la cabeza.

Lo llevó hasta la mesa y se la siguió metiendo hasta que Kai se corrió encima, soltándose un buen chorrazo que salió volando hasta su biceps. Chris regresó a la silla. Allí se hizo un pajote obligando a Kai a comerle los huevos. Cuando estaba a punto de correrse, se puso de pie, agarró la carita dle chaval por la barbilla poniéndosela de lado y le metió una buena lechada encima, dejándole guapo con un chorrazo blanco y espeso de lefa desde la frente hasta la barbilla, decorándole la ceja y el ojo.

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